Nuestro cliente empezó a fumar de niño gracias a los anuncios de cigarrillos que veía. A los 12 años, fumaba una cajetilla diaria. Se volvió adicto y, a pesar de muchos intentos y métodos, le costó dejar de fumar. Se ha sometido a múltiples cirugías que le han dejado sin la mayor parte de la mandíbula y la lengua, y tendrá que alimentarse por sonda nasogástrica el resto de su vida. Tras un juicio de varias semanas, el jurado les otorgó a él y a su esposa la indemnización que merecían contra un acusado de tabaco.